jueves, 12 de junio de 2014

Un perdón no puede reparar un error.
Para pedir perdón hay que sentirlo, estar dispuestos a no volver a fallar. ¿De que sirve pedir perdón si no se siente? ¿De que sirve si vamos a seguir siendo los mismos?
Cuando alguien no nos perdona, nos obliga, de alguna manera, a seguir viviendo con la culpa, con el cargo de conciencia.
Un perdón no borra el dolor, deja huellas. Huellas que difícilmente el tiempo borre.
Fallar a una persona es dejar una herida abierta, una herida que no se cicatriza. Y un simple perdón, muchas veces no arregla las cosas, no alivia el dolor, ni repara los errores.
Fallar es lastimar, se puede lastimar de muchas formas, pero algunas son imperdonables aunque se pida perdón de rodillas.
Hace falta de mucho valor para pensar antes de actuar, para no dar ese paso que termina convirtiéndose en una falla y evitar así... tantas heridas.

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